Érase una vez una pareja aparentemente normal. Shelly, la mujer contable, conoció a un hombre curioso en una reunión de negocios. Como por obra del destino, ambos quedaron solos en una mesa de networking. Era la oportunidad perfecta para charlar y compartir.
Ella se presentó: "Soy Shelly, una contable de Fresh Market Industry". El hombre, con una sonrisa, respondió: "Me llaman Jack, el Hombre Tortuga". Shelly, ingenua, soltó una carcajada, pensando que era una broma para romper el hielo.
Pasaron los minutos, las horas, los días y las semanas. Shelly y Jack tuvieron un par de citas; ambos conectaron como conocidos de toda la vida. Hablaban de todo: De negocios, películas, sueños, comidas favoritas, viajes, etc. Pero algo carcomía a Shelly.
¿Por qué Hombre Tortuga?
Un día que quedaron, Shelly lanzó aquella pregunta. Jack suspiró. Observó los alrededores; se aseguró que nadie estuviese cerca. Agarró su cara, se la arrancó como si fuera papel, revelando su identidad real. ¡Era una tortuga humanoide!
Para sorpresa de Jack, Shelly solamente preguntó: "¿¡Y tus dientes!?".
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